Querido Amigo:

 

Hola, te amo mucho. Como sabrás, nos estamos acercando otra vez a la fecha en que festejaras mi nacimiento.

 

El año pasado hicieron una gran fiesta en mi honor y me da la impresión que este año no ocurrirá lo mismo. Algunos románticos de la motivación o de la llamada ‘literatuta de poder’, tejen ya sobre el lienzo de las deducciones y las hipótesis y ponderan que: “Será una Navidad propicia, ahora sí, forzada por la pandemia, para el recogimiento espiritual y la reflexión… como en los primeros siglos de su celebración en los primeros siglos de la llamada era moderna.

 

Mientras que por otra parte, los financieros y altos burócratas, sacan cuentas y se aterran ante la posibilidad de enfrentar una Navidad sin dinámica comercial.

 

Las únicas noticias que hay es que, si no mejora la situación, las cenas de navidad serán muy diferentes. Habrá un límite de miembros y, por supuesto, será muy difícil reunir al resto de la familia que no conviva en el domicilio y que se hallen en otro lugar. Esto irá ligado también a las restricciones de movilidad, que no dudamos, seguirán vigentes en muchas partes del Mundo durante el mes de Diciembre.

 

La verdad es raro, pero es agradable saber que por lo menos un día del año, piensas en mí. Ha transcurrido ya mucho tiempo cuando comprendían y agradecían de corazón lo mucho que hice por toda la humanidad.

 

Pero hoy en día, da la impresión de que la mayoría de la gente apenas si sabe por qué motivo se celebra mi cumpleaños, hoy bajo las condiciones de tu país, y el encierro espero te lleve a reflexionarlo.

 

No obstante, sé que se te aconseja el uso de las llamadas nuevas tecnologías como instrumento de unión esta navidad, con el objetivo de “que se sientan más cerca”. No te queda de otra que ir haciéndote a la idea de que, este año, parte de tu familia estará disfrutando de la cena a través de la pantalla del celular tableta o computadora.

 

Por otra parte, me gusta que la gente se reúna y lo pase bien y me alegra sobre todo que los niños se diviertan tanto; pero aun así, creo que la mayor parte no sabe bien de qué se trata mi fiesta. ¿No te parece?

 

Lejos quedan aquellas noches interminables de Navidad con toda la familia reunida en el salón, de besase y abrazase cómo si no hubiese un mañana, de familiares llegando de diferentes puntos, o de ese intercambio fugaz de sonrisas y bailes.

 

Como lo que sucedió, por ejemplo, el año pasado: al llegar el día de mi cumpleaños, hicieron una gran fiesta, pero ¿Puedes creer que ni siquiera me invitaron? ¡Imagínate! ¡Yo era el invitado de honor! ¡Pues se olvidaron por completo de mí!.

 

Resulta que se habían estado preparándose para las fiestas durante dos meses y cuando llegó el gran día me dejaron bajo el árbol. Ya me ha pasado tantísimas veces que lo cierto es que no me sorprendió.

Aunque no me invitaron, se me ocurrió colarme sin hacer ruido. Entré y me quedé en mi rincón. ¿Te imaginas que nadie advirtió siquiera mi presencia, ni se dieron cuenta de que yo estaba allí?

Aguanté aquella “fiesta” hasta donde pude, pero al final tuve que irme. Caminando por la calle me sentí solitario y triste. Lo que más me asombra de cómo celebra la mayoría de la gente el día de mi cumpleaños es que en vez de hacerme regalos a mí, ¡se obsequian cosas unos a otros!.

 

Te voy a hacer una pregunta: ¿A ti no te parecería extraño que al llegar tu cumpleaños todos tus amigos decidieron celebrarlo haciéndose regalos unos a otros y no te dieran nada a ti? ¡Pues es lo que me pasa a mí cada año!

 

Una vez alguien me dijo: “Es que tú no eres como los demás, a ti no se te ve nunca; ¿Cómo es que te vamos a hacer regalos?”. Ya te imaginarás lo que le respondí.

 

Yo siempre he dicho “Pues regala comida y ropa a los pobres, ayuda a quienes lo necesiten. Ve a visitar a los huérfanos, enfermos y a los que estén en prisión!”.

 

Hoy escucho algunas de las preguntas que más resuenan en estos últimos meses son ¿Qué será de la navidad en pleno covid? ¿Cómo será? ¿Será la primera y la última?

 

Te digo: “Escucha bien, todo lo que regales a tus semejantes para aliviar su necesidad, ¡Lo contaré como si me lo hubieras dado a mí personalmente!” (Mateo 25,34-40)..

 

Lamentablemente, este año que pasa es peor. Hoy llega mi cumpleaños y sólo espero no pienses en las compras, en las fiestas y en las vacaciones.

 

Me agradaría muchísimo nacer todos los días en el corazón de todos y que me permitieran morar ahí para ayudarles cada día en todas sus dificultades, para que puedan palpar el gran amor que siento por todos; porque no sé si lo sepas, pero hace 2 mil años entregué mi vida para salvarte de la muerte y mostrarte el gran amor que te tengo.

 

Por eso lo que pido es que me dejes entrar en tu corazón. Llevo años tratando de entrar, pero hasta hoy había podido. “Mira yo estoy llamando a la puerta, si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos”. Confía en mí, abandónate en mí. Este será el mejor regalo que me puedas dar.

 

El año 2020 también llegará a su fin y nos dejará, posiblemente no solo un gran vacío, sino también un gran aprendizaje. Ha sido un claro ejemplo de cómo el ser humano puede afrontar situaciones límite y sacar fuerzas incluso de dónde no las hay.

 

Nos quedará el recuerdo, un par de imágenes desgarradoras y la interiorización de la gran convicción “los tiempos pasados siempre fueron mejores”.

 

Nos veremos inundados por una nostalgia desgarradora pero también por la ilusión de volver a empezar y de ese “que nos deparará el futuro”. La covid-19 no estará aquí para siempre y pronto será una anécdota que olvidaras.

 

Por eso, te invito a disfrutar, hoy más que nunca, de los pequeños detalles, de los tuyos y de esa brizna de esperanza que desprenda cada momento. ¡Un nuevo comienzo es posible!

 

Gracias

TE AMA, Tu amigo
Jesús

 

Carta de Jesús (Una historia sobre la COVI-Navidad)