Arroyo, M. F., García, P., Miranda, V.
Nos encontramos atravesando una situación difícil para todos, estamos viviendo una etapa sin precedentes para la historia del mundo y seguramente también para nuestras historias de vida, tanto en el ámbito personal como familiar.
La pandemia del COVID-19 es una circunstancia atípica que nos marca no solo como individuos y sociedad, sino como humanidad, como especie, como planeta. Es una situación generadora de crisis que conlleva cambios e impacto en la mayoría de las áreas de vida de una persona: salud, trabajo, economía, educación y relaciones interpersonales.
Vivimos en un mundo en el que nuestras rutinas diarias nos llevan a movernos como seres funcionales y adaptativos, lo que genera que cumplamos o sobrellevemos de una u otra manera los retos y expectativas que la vida nos va poniendo enfrente. En una jerarquización personal, damos prioridad a lo que consideramos necesidades básicas en el supuesto cumplimiento de un deber ser. En general, todos tenemos situaciones que resolver, sin embargo, en medio de todo ese ruido y agitación en el que estamos inmersos, nuestras emociones y asuntos sin resolver se van enterrando y silenciando en lo más profundo de nuestro ser. Estamos tan acostumbrados a estar inmersos en un movimiento tan constante, impaciente y a veces tan agotador, que en la mayoría de las ocasiones, nos olvidamos de escucharnos a nosotros mismos, nos olvidamos de sentir, de hacerle caso a nuestro cuerpo y mente y ponerle atención a lo que nos pide y necesita.
Hoy, no tenemos más opción que permanecer en la quietud de nuestros hogares en la medida de lo posible. La gravedad de la pandemia del Coronavirus ha generado que pongamos un alto a la palpitante vida diaria y cambiemos casi por completo lo que conocemos como “vida normal y funcional” al tener que permanecer en resguardo domiciliario. Esta situación presenta la oportunidad de poderle hacer caso a todo eso que está acumulado en lo más profundo de nuestras emociones. Hoy el cuidado de nuestra salud mental se vuelve todavía más importante de lo que de por sí ya era.
El silencio y la tranquilidad de estar en casa, paradójicamente, generará en muchas personas una tremenda guerra y confrontación consigo mismos. Para empezar, hay algo fundamental que todos debemos hacer: aceptar que está bien sentirnos mal, sentir miedo, ansiedad, desasosiego, incertidumbre, fatiga, pánico, preocupación, sentirse paralizados, ya sea por lo que la pandemia en sí significa o porque son emociones que teníamos adormecidas, no estábamos permitiéndonos sentirlas y se exacerban con este escenario.
Está bien parar y dejar de ser productivo, es momento de ser, solo ser. Lo que sea que te encuentres sintiendo, permítete hacerlo, cuéntalo, escríbelo, grítalo, llóralo, dibújalo, pero sácalo fuera de tí para que no te lastime y no lastimes a los demás actuándolo sin saber por qué estás siendo reactivo. Practica la higiene mental, duerme bien y prepárate una rutina en casa, medita, haz ejercicio, reza, elige una actividad que te ayude a conectar contigo y con tus emociones. Date tiempo y espacio para estar contigo mismo. Hay que darnos la oportunidad de sentir, de parar y despertar, de ponernos atención, de reflexionar, de escucharse, de cuidarse, de amarse. El autoanálisis nos llama al cambio y podemos tomar este momento para alimentar nuestra alma y sanar nuestro corazón.
Es una manipulación relacionarme con otra persona desde otro lugar que no sea mi auténtico ser yo mismo, así, en la medida en la que mejoremos la relación que tenemos con nosotros mismos, podremos mejorar la relación que tenemos con los demás y es justo en éste momento que nos confrontará con lo más profundo de nuestro ser, en el que también nos encontraremos con la oportunidad de conectar de una nueva manera con nuestras familias y reforzar o incluso reconstruir la relación y el vínculo afectivo con nuestros seres queridos con los que pasemos el aislamiento.
Organizar momentos de esparcimiento familiar tomando en cuenta la opinión de todos es una buena manera de empezar a fortalecer vínculos. Ver películas, dibujar juntos, organizar las tareas domésticas y repartirlas, jugar, o simplemente platicar, ayudará a que se conozcan a través de una convivencia más cercana y profunda.
Es importante recordar que el distanciamiento físico no implica un completo aislamiento de la sociedad y mucho menos emocional. A través de la tecnología tenemos la oportunidad de mantenernos en comunicación, podemos por fin utilizarla para lo que fue creada: conectar. Es un excelente medio para compartir contenidos como lecturas, música, películas, obras, etc., que nos ayudan no solamente a encontrar para nosotros un espacio de relajación y a veces de contención, sino también para poder fortalecer vínculos afectivos.
Al tener a nuestra disposición el uso de la tecnología no debemos olvidar que, si bien nos permitirá tener un seguimiento en tiempo real del virus, también nos llevará a obtener información falsa que es fácilmente viralizable, por lo cual es importante no pasar todo el día enganchados a las redes buscan información sobre la crisis del coronavirus ya que esto puede contribuir a entrar a un estado de angustia permanente, desencadenando una serie de emociones negativas como el estrés, el pánico y el miedo. Aunque este último es desagradable pero necesario y adaptativo, un miedo exacerbado e incontrolable, nos puede llevar a un bloqueo emocional anulando nuestra capacidad de reacción ante situaciones extremas como la que actualmente vivimos.
Es importante aprender a responder ante la incertidumbre, nuestra inteligencia emocional aquí jugará un papel importante ya que nos permitirá evitar creer lo que dicen las noticias falsas, en este punto se recomienda redirigir la información a través del contraste con fuentes viables como la Organización Mundial de la Salud y los comunicados oficiales del Gobierno Federal de nuestro país.
Expresar nuestras emociones a nuestros seres queridos y buscar actividades en las cuales podamos canalizarlas, se volverá básico en tiempos como los que estamos viviendo. Para las generaciones más jóvenes también es una oportunidad de aprender a resolver, expresar sus emociones y vincularse afectivamente de una manera sana y respetuosa a través del amor y del ejemplo que vean en la forma en que los adultos viven esta situación.
Es indispensable cumplir, en la medida de lo posible, con los protocolos establecidos por las autoridades de salud, educativas y de seguridad.
Recuerda que todos estamos manejando esta situación excepcional de la mejor manera que podemos, y también recuerda que no estás solo.
En el Colegio La Salle de Seglares estamos trabajando constantemente para lograr el bienestar de los alumnos y de todos los que formamos parte de la comunidad educativa. Juntos lograremos salir adelante, pues ya lo hemos logrado en el pasado.
Todos estamos conectados, esta situación nos lo recuerda. No olvidemos conectar más con nosotros mismos y nuestros seres queridos y que el mundo virtual sea un medio y no una distracción para lograr esa conexión.
Que esta experiencia nos transforme, nos vuelva más humanos con los demás, no solo en empatía, sino también con nosotros mismos. Que se convierta en una vivencia trascendental y significativa como especie y podamos dejar un legado para las nuevas generaciones.
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